COMPOSTELA,
TRISTE Y DESAPACIBLE, LLORA HOY LA DOLOROSA PÉRDIDA DEL CATEDRÁTICO DE LA
UNIVERSIDAD DE SANTIAGO, DELFÍN
GARCÍA GUERRA
Sei, teño a seguranza de que o meu mestre Don Ramón Otero Pedrayo me ten pwerdoado que aproveite o título dun dos seus libros máis íntimos, O libro dos amigos, para iniciar no meu blog a lembranza daqueles que o foron meus. A apertura desta nova sección non podía, de certo, levar coma pórtico de entrada outro que non fora o inesquecible Delfín García Guerra. A súa ausencia significou e significa para min e a miña dona a perda máis importante sufrida nas nosas vidas. As palabras que van a continuación apareceron no seu día nas páxinas de EL CORREO GALLEGO de Santiago. Hoxe reprodúcense aquí co mesmo fondo sentimento con que se escribiron entón. Dicían así:
"Licenciado en Medicina por la Universidad de Santiago de Compostela, Doctor por la Complutense de Madrid, Profesor Agregado de Historia de la Medicina en la Universidad de Cantabria, Titular de la misma disciplina en la Complutense de Madrid, Catedrático de Historia de la Ciencia, primero, en la Universidad de Oviedo y, en la actualidad, en su Universidad de Santiago de Compostela, Delfín García Guerra, que había nacido hace sesenta y cuatro años en la compostelana Rúa do Vilar, nos abandonó sorpresivamente en la noche de ayer lunes, dejándonos sumidos en el dolor de la más absoluta impotencia.
"Licenciado en Medicina por la Universidad de Santiago de Compostela, Doctor por la Complutense de Madrid, Profesor Agregado de Historia de la Medicina en la Universidad de Cantabria, Titular de la misma disciplina en la Complutense de Madrid, Catedrático de Historia de la Ciencia, primero, en la Universidad de Oviedo y, en la actualidad, en su Universidad de Santiago de Compostela, Delfín García Guerra, que había nacido hace sesenta y cuatro años en la compostelana Rúa do Vilar, nos abandonó sorpresivamente en la noche de ayer lunes, dejándonos sumidos en el dolor de la más absoluta impotencia.
Ni el éxito ni el prestigio
alcanzados en el ejercicio de su profesión de Médico, primero, en Vilaxoán, y,
más tarde, en Vilagarcía de Arousa, fueron suficientes para acallar su vocación
universitaria de investigador y enseñante. La obtención del Grado de Doctor con
la tesis El Hospital Real de Santiago (1499-1804, dirigida por D. Pedro
Laín Entralgo, sería el primer paso para ese cambio decisivo en su vida.
El Profesor Delfín García Guerra
perteneció a ese grupo privilegiado de maestros que, conociendo el rigor de la
labor investigadora, se complace en el arte de la comunicación fácil, casi
familiar. Lo más oscuro, lo más profundo o técnico, se mostraba transparente a
través de su palabra espontánea, plena siempre de naturalidad. Tanto en el aula
como en sus escritos, hizo gala siempre del arte de los antiguos físicos,
"que -como nos recordaba D. Juan Manuel en su Conde Lucanor- quando
quieren fazer alguna melizina que aproveche al fígado, por razón que
naturalmente el fígado se paga de las cosas dulçes, mezclan con aquella
melezina que quiere melezinar el fígado, açúcar o miel o alguna cosa
dulçe".
Espírito enormemente generoso,
Delfín García Guerra introducía en sus enseñanzas, como "cosa dulce",
el regalo de su incondicional amistad. De ello son buenos testigos sus alumnos
y, sobre todo, los doctorandos que disfrutaron, dun modo más personal, el
privilegio de su magisterio.
Especialmente interesado en los
aspectos médicos y antropológicos de la novela realista española, en los que
encontró el mejor escape para su otra gran vocación, la Literatura, desarrolla
una importante labor como Co-Director del Seminario de Medicina y Literatura
del Departamento de Historia de la Medicina de la Complutense de Madrid y como
colaborador de la revista Jano.
La realización más ambiciosa en este ámbito la constituye sin duda su
obra La condición humana en Emilia Pardo Bazán.
Su objetivo prioritario, como
investigador e historiador de la Medicina, no era simplemente la descripción e
interpretación de la enfermedad y los medios empleados a lo largo del tiempo
para curarla. Siendo ese un aspecto importante de su trabajo, es el hombre
mismo, en cuanto protagonista de descubrimientos, avances y aplicaciones de
nuevas técnicas y conocimientos, y, sobre todo, en cuanto ser que estima como
un bien inapreciable la vida y, en consecuencia, la salud, lo que le preocupó
fundamentalmente. De ahí el interés, científico y antropológico, que
caracterizó siempre su quehacer como investigador y como profesor.
Trabajos, como el espléndido Lepra
asturiensis. La contribución asturiana en la historia de la pelagra (Siglos
XVIII-XIX), firmado con su colaborador el doctorando Víctor Álvarez Antuña,
acreditan suficientemente la trascendencia que Delfín García Guerra le concedía
a la enseñanza, en general, y, en particular, a la universidad, en su obligado
papel de estimuladores y enriquecedores de la cultura de su propio entorno.
Punto de vista que aparece especialmente claro en la importancia que la
presencia de lo gallego y, más concretamente, de lo compostelano, alcanza en su
obra. Sin duda, como punto de referencia familiar, pero, también y sobre todo,
como modo de ver y entender la realidad.
Si pretendiera ocultar su origen
gallego -pecado del que no puede acusarse a este compostelano orgulloso de su
patria chica-, le delataría, más que su abierta admiración por la tierra, la
fina y delicada ironía con que observa su entorno, las cosas aparentemente más
insignificantes, la tragedia de una vieja asistencia sanitaria víctima no tanto
de la ignorancia como de los intereses particulares o gremiales de los primeros
responsables en actualizarla y modernizarla, la realidad de un mundo que
disimula su miedo a la enfermedad y a la muerte en sus crencias, en sus
esperanzas religiosas o en el fatalismo de su actitud ante la vida. Las
situaciones más terribles, insolidarias o inhumanas, son, en la aguda
observación de este gallego comprensivo y objetivamente desapasionado, simples
escenas dun acontecer histórico marcado en el tiempo por la miseria y el
hambre, la despreocupación y el olvido de los que teniendo poder para
remediarlo gastaban sus energías en contiendas teóricas o en realizaciones que
concedían honores y títulos. Sin acritudes, sin críticas ni gritos retóricos de
inconformista denunciador de injusticias. Su palabra describe simplemente lo
que su ojo y su inteligencia descubren. Apenas un guiño, una sonrisa dolorida,
irónica, que no logra disimular la rebeldía de su sensibilidad lastimada.
El compostelano Delfín García
Guerra dedicó las últimas horas de su vida, hasta las cinco de la mañana del
fatídico lunes que nos lo arrebató, a la corrección definitiva de su último
trabajo sobre su Compostela, la Historia de la Facultad de Medicina de
Santiago. Una obra, inédita [actualmente publicada por la Universidad de Santiago], que, junto con su historia de El Hospital
Real de Santiago (1499-1804), Ed. Fundación Barrié de la Maza, 1983), La
condición humana en Emilia Pardo Bazán, Xuntanza Editorial, 1990, y Medicina
y sociedad en Santiago (s.XVIII), Biblioteca 114 de EL CORREO GALLEGO,
1992, constituye su apasionado legado de amor a una ciudad, a una tierra y a
unas gentes, que hoy, conscientes del valor que significa su pérdida, le
tributan su último adiós."
Para nós, tódolos seus amigos, sempre presente.
M. QUINTÁNS SUÁREZ
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